No habrá más Te Quiero a medía noche.

No habrá más “Posdata” en nuestros corazones, ni en nuestras miradas, ni si quiera en nuestras sonrisas.
Tu olor a “One million” con ese toque ligero a nicotina no volverá a enredarme a tu cuello, y tus besos de algodón no volverán a curar mis heridas ni un solo día más. Volveremos a ser los muchachos de los ojos tristes que no encontraron la salvación el uno en el otro, más por culpa del uno que del otro, pero sin ser culpables ninguno a su vez.

Rompí el mapa que dibujaba tus lunares, aunque de poco sirva, porque me lo aprendí de memoria, del primero al último. No nos despertaremos enredados, no volveré a escucharte decir que siempre te desarropo, pero que me prefieres a mí de manta. No volverás a decirme lo guapa que estoy al despertar, no volveré a responderte que tú me haces más guapa.
Ya no aparecerás misteriosamente en mi portal sosteniendo una rosa acompañada de un cigarrillo, ni nos volveremos a coger de la mano para ir a pasear perdidos por Madrid recordando esa canción que tanto nos gustaba y que hicimos nuestra, pero que ahora al escucharla, no volveremos a sentir esas «Mariposas» como lo hacíamos antes.

Decidimos tirar por la borda todos esos besos en la punta de la nariz, todos los susurros a media voz, tu pestañeo que podía crear olas en las nubes que solamente yo podía ver. Tus celos tontos ante cualquier otro, y mi forma de decirte que no había hombre en la faz de la Tierra capaz de igualarte.